Establece rutinas claras: Las estructuras predecibles ayudan a reducir la ansiedad y mejoran la organización.
Usa recordatorios visuales: Tablas de tareas, horarios con dibujos o colores ayudan mucho a niños con TDAH.
Divídele las tareas en pasos pequeños: Evita darle muchas instrucciones a la vez. Paso por paso es más efectivo.
Anticípale los cambios: Avísale con tiempo si va a haber un cambio de plan o de rutina.
Habla con sus maestros: Asegúrate de que conozcan el diagnóstico y estén informados sobre cómo pueden ayudar.
Solicita adaptaciones razonables: Como más tiempo para tareas, instrucciones por escrito o descansos breves durante el trabajo.
Apóyalo con técnicas de estudio personalizadas: Mapas mentales, subrayado por colores o lecturas en voz alta pueden hacer la diferencia.
Usa frases cortas y claras: Evita los sermones largos. Mejor dar indicaciones breves y directas.
Haz contacto visual antes de hablarle: Asegúrate de que te esté prestando atención antes de darle una indicación.
Reconoce lo positivo: Refuerza con elogios específicos cuando haga las cosas bien (“Me gustó cómo ordenaste tus útiles sin que te lo pidiera”).
Sé paciente contigo y con él: Los avances son graduales. Habrá días difíciles y es normal sentirse agotado.
No lo etiquetes como “flojo” o “problemático”: Ayúdalo a entender que su cerebro funciona distinto, no que está “mal”.
Usa consecuencias firmes pero amorosas: Las normas deben ser claras y consistentes, sin recurrir a castigos humillantes.
Apóyalo en el desarrollo de la autoestima: Anímalo a practicar actividades donde pueda sentirse exitoso y valorado.
Busca apoyo emocional: Habla con otros padres, participa en foros o grupos donde puedas compartir lo que vives.
Infórmate de fuentes confiables: Entender el TDAH te dará más calma y confianza para actuar.
No temas pedir ayuda profesional: Psicólogos, orientadores o terapeutas pueden marcar una gran diferencia.
Date espacio para descansar: Un padre o madre que se cuida está en mejor posición para cuidar.